Unos 2.000 niños de Illinois sufrieron abusos sexuales a manos de sacerdotes católicos entre 1950 y 2010, según un informe de la fiscalía general de ese Estado publicado este martes, que también detalla cómo el abuso a menudo fue tolerado y ocultado por los superiores de la iglesia, un patrón similar al de los casos perpetrados durante décadas en la diócesis de Boston cuya revelación contribuyó en buena medida a destapar esa lacra en EE. UU.
El informe, de 696 páginas y publicado por el fiscal general de Illinois, Kwame Raoul, corrobora las denuncias de abusos presentadas contra 451 sacerdotes católicos en las seis diócesis del Estado, con un balance de al menos 1.997 víctimas en las últimas siete décadas, el doble de las registradas en Pensilvania en el mismo periodo de tiempo, otro de los grandes casos de la lista negra de la Iglesia estadounidense. El texto publica por primera vez los nombres de 149 sacerdotes y religiosos que, según la investigación, han sido objeto de denuncias creíbles. Como señala Raoul en el prólogo del informe, la investigación arrancó en 2018 por su predecesora, Lisa Madigan, quien acusó a la Iglesia de reportar menos casos de los existentes, al identificar inicialmente a 103 abusadores en sus filas. De los 451 mencionados en el informe, 330 han fallecido.
La revelación de Illinois se suma a una larga lista de investigaciones en todo el mundo, en especial en América Latina, sobre abusos sexuales en instituciones dependientes de la Iglesia católica como colegios, internados o parroquias, así como la práctica sistemática de encubrir a los depredadores y transferirlos a otros destinos, extendiendo así el peligro. La oscarizada película Spotlight, sobre la investigación del diario Boston Globe que destapó los abusos en esa diócesis de Massachusetts, relata bien el manto de silencio primero y el repentino traslado de los curas molestos luego. “Décadas de decisiones y políticas de la jerarquía católica han permitido a conocidos abusadores sexuales de niños esconderse, a menudo a plena vista de todos”, ha dicho Raoul.
Los escándalos de abusos han socavado la reputación de la Iglesia y han sido un gran desafío para el Papa Francisco, que ha aprobado una serie de medidas en los últimos diez años destinadas a responsabilizar a la curia, con resultados dispares por la resistencia interna. La Iglesia de EE. UU. ha debido pagar sumas millonarias para evitar juicios, hasta el extremo de que entre 2004 y 2009 siete diócesis se declararon en bancarrota para eludir el pago. Solo el año pasado, una diócesis de Nueva Jersey acordó pagar 87,5 millones de dólares a 300 víctimas y un mes después, la archidiócesis de Santa Fe destinó 121 millones a tal fin. Hasta 2007, la Iglesia de EE. UU. había desembolsado más de 1.400 millones en indemnizaciones.
En Illinois, los investigadores han estudiado minuciosamente miles de expedientes, dedicado horas a entrevistarse con representantes de la Iglesia y revisado más de 600 denuncias de víctimas. Muchas no pueden recurrir a la justicia por la prescripción de los delitos, cometidos en algunos casos hace décadas. El informe, no obstante, aspira a reparar en parte a las víctimas, a las que no califica así, sino de “supervivientes”.
“Es posible que estos perpetradores nunca rindan cuentas ante un tribunal, pero al nombrarlos aquí, la intención es ofrecer una rendición de cuentas pública y una medida de sanación para los sobrevivientes que han sufrido durante mucho tiempo en silencio”, subraya el fiscal general en el comunicado. “Casi todos los entrevistados por el fiscal general reportan algún episodio de trastorno mental a consecuencia de los abusos”, dice el texto.
Entre los casos documentados, presentados por parroquias y con indicación del número de víctimas -mayoritariamente niños, pero también algunas niñas y mujeres jóvenes-, está el del padre Francis Skube, que llegó a la diócesis de Belleville a finales de los años cincuenta o principios de los sesenta. Su interés sexual por los niños nunca fue un secreto, ya que una carta de marzo de 1959 dirigida a la diócesis por un párroco de un pueblo advertía: “Skube causará un gran daño espiritual mientras se hace pasar por religioso”. La advertencia no impidió que Skube abusara de tres menores.
Del padre Robert Mayer, el informe señala que la archidiócesis de Chicago recibió denuncias durante años, pese a lo cual “se negó a apartarle del ministerio”. Otro sacerdote, Thomas Francis Kelly, abusó de más de 15 niños de entre 11 y 17 años en varias parroquias durante los años sesenta y setenta.
Alrededor de 3,5 millones de católicos vivían en Illinois en 2019, según la Conferencia Episcopal local, lo que representa el 27% de la población del Estado. Las seis diócesis de Illinois tenían alrededor de 950 parroquias y más de 2.200 sacerdotes. // El País